«Los que vigilan desde el Tiempo».
Extraído entre lineas.
Hay cosas en la existencia que es mejor dejar en paz y mantenerlas alejadas de las habladurías del vulgo.
Para esos no existe el tiempo , ni el espacio tampoco.
Parecen bebedores de sangre.
Nadie es capaz de adivinar cuando van a volver a salir por la grieta.
La malignidad de los grandes primordiales es excesiva para seres como nosotros.
Los dioses ancestrales se enfrentan con los grandes primordiales y los mantienen aprisionados en eso espacios y en esas profundidades.
Algunos ritos druídicos en los que era habitual rendir culto a seres invisibles que moraban en arboles u otros lugares de la naturaleza salvaje.
Los primordiales fueron, los primordiales son, y los primordiales serán, mas no en los espacios que conocemos , sino entre ellos y caminan con la calma eterna de los orígenes, ajenos a toda dimensión , invisibles para nosotros.
Los que conocen las puertas recibirán la orden de abrirlas para ellos y les servirán como ellos desean, mas los que las abran por ignorancia, esos solo conocerán un tiempo muy breve.
Mas sus esclavos se reúnen y traman en secreto para liberar a los primordiales , y esperan a que el propio hombre descubra los secretos y penetre en lugares prohibidos y abra la puerta.
Esperan siempre en la puerta y la puerta esta en todo tiempo y en todo lugar, pues ellos no saben de tiempo ni lugar, mas están en todo tiempo y en todo lugar, aunque parezcan no estar, y entre ellos los hay que pueden tomar formas y rasgos diversos y cualquier forma y cualquier rostro que deseen y las puertas están en cualquier sitio para ellos.
Lo que ellos buscan no es la carne, sino el espíritu o lo que sea, lo que le hace a una persona pensar y figurarse cosas y lo que le hace a uno hacer y decir lo que quiere. La fuerza vital.
Que no están solo aquí, sino que acechan en cualquier sitio, desde dentro de la tierra y debajo del agua, y también desde fuera.
En algunos puntos remotos del globo se seguía adorando a los dioses antiguos, o a seres que resultan divinos en el sentido de que poseen una estructura tan ajena a la humana y, por supuesto, a toda la vida animal del planeta, que mueve a la adoración y por su naturaleza, son malignos.
La ciencia tiene la malísima costumbre de etiquetar de «coincidencia», «alucinación» o cosas parecidas todos los hechos que no caben a la primera en sus esquemas preconcebidos.
…propondrá alguna teoría de residuos psíquicos, pero yo creo que se trata de mucho mas que eso, de muchísimo mas, de algo increíblemente mas horrible y maligno, que se sitúa mucho mas allá de los hechos que conocemos y la significación que le damos.
Si el hombre vulgar llegara a sospechar la grandeza cósmica de los universos, si tuviera un solo vislumbre de las pavorosas profundidades del espacio exterior, o se volvería loco o rechazaría tales conocimientos, prefiriendo aferrarse a cualquier superstición.
Mas vale no alterar el esquema general de la existencia, tal como lo interpretamos, pues mas allá de estos limites podemos toparnos con extensiones del tiempo y del espacio con las que no estamos preparados para enfrentarnos.
A estos se les conoce por varios nombres, el mas corriente de los cuales es «los primordiales». Estos «primigenios» son maléficos y es preciso reconocer que las barreras establecidas entre la humanidad y el horror enloquecedor que ellos representan son puramente arbitrarias y totalmente inadecuadas.
Los primordiales poseían cierta afinidad con alguno de los cuatro elementos: Tierra, agua, aire o fuego, y cada uno tenia su medio predilecto para manifestarse. Entre ellos existían asimismo cierta interdependencia y poseían facultades ultramundanas que los hacían insensibles a los efectos del tiempo y el espacio, de tal manera que constituían una amenaza omnipresente para la humanidad y, en realidad, para todos los seres vivos del planeta.
En sus incesantes esfuerzos por regresar a la tierra los ayudan sus adoradores y seguidores. Su ayuda consiste en practicar ciertas «aberturas» que permitan entrar a los primordiales y a sus servidores extraterrestres, y también en invocarlos, cualquiera que sea el tiempo y el espacio en que se encuentren.
Entre ellos existen jerarquías, la mayoría de ellos pertenece a un rango inferior y posee menos libertad que los principales, pues incluso muchos de ellos están sometidos a gran parte de las mismas leyes que gobiernan a la humanidad.
Los primordiales pueden cambiar de apariencia, aunque cada uno tiene su propia forma e identidad.
Proceden de otra dimensión y al final se retiran a esa misma dimensión, aunque no sin llevarse consigo, por lo menos alguna vez , a una criatura inferior , o sea, a un ser humano, para alimentarse de el, ya sea de su sangre, de su fuerza vital o de alguna otra energía que no podemos conjeturar.
Todo verdadero hombre de ciencia sabe que la mayoría de nuestros conocimientos se asientan sobre determinadas creencias básicas que, ante una inteligencia extraterrestre, resultarían indemostrables.
Es necesario admitir la existencia de algo ajeno y exterior a nosotros, solo aceptando esta hipótesis, al menos en lineas generales, podemos explicar los extraños y terribles acontecimientos habitualmente censurados en los medios de información, que contradicen por completo los dogmas de la ciencia.
Uno de los grandes primordiales se manifiesta como «un cúmulo de esferas iridiscentes».
El tercero es (Shubb.niggurath), un horrible dios o diosa de la fertilidad. A continuación viene uno al que suelen describir como «Mensajero de los Dioses».